Decidir cambiar de rumbo. Puede que no lo hayamos planeado pero la transformación es inevitable, yo experimenté esto de manera intensa, me di cuenta de que las redes sociales no llenaban mi vida, la religión no satisfacía mis necesidades espirituales, y mis prioridades estaban desordenadas, comprendí que no es el mundo el que cambia constantemente; soy yo quien debe arraigarme con firmeza.

Este cuestionamiento no fue repentino… poco a poco fui aligerando mi equipaje emocional, preparándome para despedirme de lo que ya no servía, aunque las ansiedades comunes seguían presentes, algo quedó claro: ¡No estoy sola en este viaje!. Sentir la necesidad de luchar por algo, esforzarse y moverse hacia nuevas metas es una sensación poderosa. Sin embargo no puedo permitirme perder el rumbo ni dejar de ser yo misma. ¿O debería reinventarme? ¿Explorar nuevas opciones y aceptar que hay múltiples maneras de hacer las cosas?

El tiempo es precioso, esperar demasiado nos roba las oportunidades que la vida ofrece. Podemos romper las barreras mentales que nos frenan, es posible dejar de escribir de forma vacía, alzar la mirada hacia el futuro y volver a soñar, pero esta vez, soñar en serio. No como esos soñadores que nunca concretan sus sueños.

«Nunca ha existido una fuerza tan importante como para quitarme las ganas de seguir luchando.»

Mantén tus raíces firmes y no dejes de luchar por tus sueños, porque el cambio de rumbo puede ser el inicio de una vida más plena y auténtica.